Extraído de: Mateo Seco, Lucas F. y Domingo, Francisco. Cristología. Instituto Superior de Ciencias Religiosas. Universidad de Navarra, 2004.
3. La conciencia de Cristo

Dentro de los conocimientos de Cristo ocupa un lugar importancia la conciencía que Él tenía de sí mismo y de su misison. La cuestión es de verdadera importancia, tanto por lo que respecta al realismo de la encarnación y de la humanidad de Nuestro como Señor, como en lo respecta a la naturaleza de su misión y la fudación de la Iglesia. Se trata, además, de un tema sobre el que existe un documento de la Comisión Internacional de 1985 titulado precisamente La conciencia que Jesús tenía de Sí mismo y de su misión, cuya lectura y estudio constituye uno de los trabajos del presente curso. Nos limitamos aquí a citar las cuatros proposiciones de ese documento con un breve comentario:
- “La vida de Jesús testifica la conciencia de su relación filial al Padre. Su comportamiento y sus palabras, que son las del ‘servidor perfecto’, implican una autoridad que supera la de los antiguos profetas y que corresponde sólo a Dios. Jesús tomaba esta autoridad incomparable de su relación singular a Dios, a quien Él llama “mi Padre”. Tenía conciencia de ser el Hijo único de Dios, y en este sentido de ser Él mismo Dios”.
Se afirma aquí que Jesús tenía conciencia de que es Dios. Esta conciencia se manifiesta en muchas de sus actuaciones. El Documento invita a tener presente el comportamiento de Jesús en su conjunto: comienza recordando el Abbá de Jesús, es decir, la forma en que Jesús llama a Dios padre suyo, sobre todo en la oración. Y prosigue anallizando su comportamiento y sus palabras, es decir, la autoridad divina con que habla y actúa.
La proposición termina con una fina observación: Jesús se sabe el Hijo único de Dios y, en este sentido, se sabe Dios, porque ser hijo denota igualdad, cuando esta palabra se utiliza en toda su radicalidad.
- “Jesús conocía el fin de su misión: anunciar el Reino de Dios y hacerlo presente en su persona, sus actos y sus palabras, para que el mundo sea reconciliado con Dios y renovado. Ha aceptado libremente la voluntad del Padre: dar la vida para la salvación de todos los hombres; se sabía enviado por el Padre para servir y dar su vida ‘por la muchedumbre’ (Mc 14, 24).
Se afirma aquí que Jesús no sólo tenía concienca de que era el Mesías, sino de que su tarea mesiánica pasaba por el sacrificio y la entrega de la propia vida. La conciencia de su misión implica la conciencia de su filiación divina, ya que Él hace presenteen su persona y en sus actos el reino de Dios. Él tiene conciencia, además, de que ha venido “a dar la vida por los muchos”, es decir, de que su mesianismo incluye la kénosis, el anonadamiento de sí mismo (cf. Flp 2, 5-11).
- “Para realizar su misión salvífica, Jesús ha querido reunir a los hombres en orden al Reino y convocarlos en torno a sí. En orden a este designio, Jesús ha realizado actos concretos cuya única interpretación posible, tomados en su conjunto, es la preparación de la Iglesia que será definitivamente constituida en los acontecimientos de Pascua y Pentecostés. ES, por tanto, necesario decir que Jesús ha querido fundar la Iglesia”
La conciencia mesiánica de Jesús se manifiesta también en su actuación cara al futuro: la existencia de la Iglesia. Nuevamente, el Documento llama la atención sobre el hecho de que la intención fundacional de Jesús se deduce priuncipalmente del conjunto de su actuación: la elección de los apótoles, el llamamiento seguirle, el otorgar el poder de perdonar los pecados, el entregarles la renovación de us memoría en la Eucaristía, etc.
- “La conciencia que Cristo tiene de ser el enviado por el Padre para la salvación del mundo y para al convocación de todos los hombres en el pueblo de Dios implica, misteriosamente, el amor de todos los hombres, de manera que todos podemos decir que ‘el Hijo de Dios me ha amado y se ha entregado por mí’ (Ga 2, 20).
El texto paulino con que concluye la cuarta proposición es verdaderamente personalista y ha de ser tomado en toda su radicalidad: Cristo ha muerto por mí. Desde aquí ha de leerse la conciencia que Jesús tenía de su misión y de su unión con cada hombre, pues ofrece su vida por cada uno.