https://www.arguments.es/wp-content/uploads/matrimonio/2020/05/discutir-hablar-consensuar-perdonar-equipo-noviazgo-e1589623617494-300x259.jpg" alt="" width="400" height="345" />Durante el noviazgo es sano y es importante discutir. Es una de las mejores maneras que tienen los novios para conocerse. Aunque es fundamental subrayar que debe ser siempre desde el respeto y el cariño. Si no discutes o no te enfadas con tu pareja es que uno de los dos no está siendo sincero, ya que no está mostrando su personalidad y su manera de ver y afrontar la vida. Ya que es normal no ver todo siempre de la misma forma. Precisamente lo enriquecedor de encontrar a tu compañero de camino es descubrir que es diferente a ti. Es conocer que hay una manera distinta de ver la vida y afrontar los problemas, de pensar, de sentir, de querer... ? Es por eso que discutir y enfadarse es una buena señal. Diría que una necesidad casi. Pues, ¿cómo vas a descubrir cómo es el otro si no es intercambiando opiniones? ? Claro está que se debe aprender a discutir, no vale todo. Os comparto cuatro ideas.
Hay muchos enfados que se producen, aparentemente, por temas sin importancia. ¡Cuánto daño hacen estas discusiones! Se trata de pequeños roces que pueden llegar a formar grandes heridas. Normalmente estos pequeños enfados que aparecen en momentos inesperados esconden algo. Esconden un problema mayor que quizá tiene uno de los dos y que, por diferentes motivos, aparecen en ese momento. Lo mejor para detener estas discusiones es reflexionar, intentar ahondar más en el quid de la cuestión. ¿Por qué he saltado por esta tontería?, ¿qué es realmente lo que me molesta?, ¿se lo he dicho alguna vez? En definitiva, la clave aquí está en hablar, hablar y hablar. Decirle a tu pareja qué es lo que te sucede, por qué saltas especialmente en estas ocasiones y con ciertos temas. Es super importante la comunicación y la sinceridad con tu compañero. Os evitaréis muchos malos entendidos y os conoceréis mejor.
Debemos aprender que el orgullo no lleva a ninguna parte. Que las discusiones no van de quién gana o de quién tiene la razón. Hasta que no tengamos claro esto, no sacaremos provecho de las discusiones y nos haremos mucho daño. Debemos dejar que sean el respeto y el cariño los que lleven las riendas de la discusión y no el orgullo. Si aprendemos a actuar como un equipo, todo será más fácil. Hay que ser siempre sinceros. Es cierto que las peleas no desaparecerán, pero lograremos que los enfados y las discusiones sean la excusa perfecta para buscar el bien común y conjugar el “nosotros”. Y este cambio de “chip” es importantísimo para construir una buena base durante el noviazgo.
Para llegar a ese bien común, para tomar una decisión conjunta no debemos caer en el “hoy cedo yo y mañana tú”. No, no y no. Cuando cedes estás dando toda la responsabilidad de la decisión a uno de los dos y si algo va mal se lo carga sólo uno y eso no lleva más que a nuevas discusiones. Para evitarlo debemos practicar, ya en el noviazgo, ">https://makelovehappen.blog/2019/09/09/que-gane-el-nosotros-el-consenso/">el arte de consensuar. Consensuar significa que la decisión la tomamos los dos y, por tanto, la responsabilidad también es de los dos, del equipo. Si ya nos ejercitamos en este arte en el noviazgo, donde las decisiones no son tan importantes, llegaremos muy bien preparados al marriage.
Ninguno de los puntos anteriores sirven si no aprendemos a perdonar. Perdonar significa amar. Amar al otro aun conociendo su error. Amar al otro también en sus defectos, pues estos forman parte de él. La misericordia es una gran virtud y una de las que más cuesta. Es imposible construir un proyecto común sin ejercitar el perdón. Para perdonar es necesario también saber mirar al otro y amarlo en su debilidad, en sus fallos. Entrenarse en el noviazgo es fundamental para no llevarse después grandes disgustos en el matrimonio, por lo que ejercitar ese músculo desde el principio os ayudará. Es normal que a uno de los dos le cueste más perdonar. ¡Ayudaros! Precisamente en ese complementarse es donde se halla la riqueza. Y ya sabéis, la clave está en construir un equipo: en hablar, en perdonar y en consensuar. Autora: Ana Bini