Según la semilla

18/05/2018 | By Arguments

Antonio Rojas

Arguments

catechesis

la chispa

">http://www.arguments.es/wp-content/uploads/lachispa/2018/05/según-la-semilla-e1526633063272.jpg"> Cuanto más da uno, tanto más intensamente vive. -Robert Dedman-  No hace mucho me contaba un amigo: ?Chico, mi mujer tiene un invernadero y posee un don especial para las plantas.         Siembra unas semillas minúsculas y recoge unos tomates enormes. Le dedica tiempo, cariño, nutrientes, agua…, y luego cosecha unos frutos maravillosos, nutritivos y hermosos, además de cientos de semillas nuevas.   La entrega, el entusiasmo, el dedicarles tiempo y cariño, hace que la cosecha sea un múltiplo grande de lo sembrado.    Cuando le alabo sus resultados, siempre me dice lo mismo: «Normalmente, cuando la semilla es adecuada y se cultiva con espíritu de amor, la cosecha es abundante». «Más vale dar que recibir», se nos dice en los Hechos de los Apóstoles 20,35. Y, efectivamente, la historia está llena de personas exitosas e influyentes que experimentan más satisfacción en dar parte de su fortuna que en amasarla. Son personas que piensan en los demás porque saben que la puerta del éxito se abre desde dentro y, antes de buscar sus logros personales, es dando como pueden ejercer una influencia verdaderamente positiva a favor del bien. Me atrevería a decir que, si queremos ser felices, nos tenemos que esforzar por hacer felices a otras personas. Dar felicidad. Si queremos tener más amor en la vida, esforcémonos por ser una persona afectuosa. Ser fuente de amor en lugar de esperar ser amado. Lo tengo comprobado, nuestra vida se vuelve mucho mejor y más rica cuando nos convertimos en fuente de aliento, en generador de inspiraciones, en manantial de amistad para otros. El dar es como un imán que llama al éxito, porque lo bueno atrae a lo bueno. ¿No preferimos la compañía de personas que dan antes que la de personas que solo toman? Es normal que sintamos reticencias a ser amigos de egoístas, porque terminan siendo como vampiros: nos chupan la sangre y nos dejan anémicos. En cambio, es un placer estar con quienes dan, porque contribuyen a crear un ambiente que se vive como una bendición que enriquece las relaciones. A las personas centradas en sí mismas, solemos evitarlas; las personas que dan suelen ser bienvenidas. No preguntarnos tanto qué podemos sacar de tal persona o circunstancia, cuanto qué es lo que podemos aportarles nosotros. Es una ley universal que puede ayudarnos considerablemente a desarrollar una vida interior bien equilibrada, próspera, feliz y realizada. Dar es sembrar semillas de solicitud, disponibilidad y amor. Cuanto más da uno, tanto más recibe y, por eso, no cabe duda de que nuestra vida germinará según la semilla que hayamos plantado.

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