Domingo siguiente a Pentecostés: Santísima Trinidad

08/06/2022 | Por Arguments

Credo

Dios Uno y Trino

domingo siguiente a Pentecostés

Espíritu Santo

fe

hijo

misterio

padre

Quicumque

revelación

señal de la cruz

Símbolo Atanasiano

símbolos

trébol

tres personas

triángulo

un solo Dios

vela encendida

¿Qué celebramos en la fiesta de la Trinidad?

En la fiesta de la Santísima Trinidad celebramos la verdad de Dios, que es la verdad del Dios Uno y Trino y de su inconcebible amor por el hombre. La Trinidad es el misterio de Dios en sí mismo, el misterio central de la fe. Los cristianos creemos en un solo Dios en tres personas: Padre, Hijo y Espíritu Santo. Así lo profesamos todos los domingos en Misa al rezar el Credo. 

http://www.arguments.es/wp-content/uploads/santo-de-hoy/2022/06/Credo.jpeg" alt="" width="800" height="1132" />¿Qué significa que Dios sea Uno y Trino y cómo sabemos que existe?

La Trinidad es un misterio que no podemos entender con la razón que sólo podemos conocer porque Dios nos lo ha revelado. Dios mismo ha salido a la bu?squeda del hombre para manifestarle la verdad de su Ser y de su Amor. En la historia de Israel, quiso dejar bien grabado que existe un solo Dios y no muchos. Ese u?nico Dios es el creador de todo lo que existe, un ser de santidad y grandeza incomparables, de sabiduri?a y poder infinitos, eterno, justo, fiel y misericordioso. A trave?s del pueblo de Israel, Dios ensen?o? a la humanidad a adorar y amar a un u?nico Dios verdadero. Pero Dios au?n no habi?a dado el u?ltimo paso. El punto culminante e insuperable de la revelacio?n del misterio de Dios tuvo lugar en Jesucristo. E?l es Dios verdadero hecho hombre por amor a todos los hombres, es Dios personalmente presente en este mundo. Jesu?s se revelo? como el Hijo u?nico del Padre, como aquel que existe desde siempre a su lado y es un solo Dios con E?l. Asi? supimos que existe un u?nico Dios verdadero, pero que es Padre y es Hijo. El Sen?or expreso? con claridad que el Hijo es distinto del Padre pero que es un mismo Dios con E?l. A la vez que Jesu?s se revela a si? mismo como el Hijo y nos muestra la persona del Padre, nos habla tambie?n de otra persona, del Espi?ritu Santo, y nos promete su envi?o. El envi?o del Espi?ritu Santo a la Iglesia tuvo lugar el di?a de Pentecoste?s. Tenemos asi? a un tercero, distinto del Padre y del Hijo, que es verdadero Dios como ellos.

¿No es politeísmo creer en la Trinidad?

En absoluto. Al mostrarnos la existencia de tres personas que son distintas, Jesu?s subrayo? que no existe ma?s que un solo Dios. El estricto monotei?smo que ensen?a el Antiguo Testamento ha quedado asi? totalmente confirmado en el Nuevo. Por tanto, los cristianos confesamos y adoramos al Padre, al Hijo y al Espi?ritu Santo, que son un solo Dios. Esta confesio?n de fe no es fruto de la especulacio?n intelectual, ni de nuestro ingenio, sino fruto de la autocomunicacio?n del mismo Dios. No creemos en tres dioses, sino en un sólo Dios en tres Personas distintas. No es que Dios esté dividido en tres, pues cada una de las tres Personas es enteramente Dios. Padre, Hijo y Espíritu Santo tienen la misma naturaleza, la misma divinidad, la misma eternidad, el mismo poder, la misma perfección; son un sólo Dios. Además, sabemos que cada una de las Personas de la Santísima Trinidad está totalmente contenida en las otras dos, pues hay una comunión perfecta entre ellas. Con todo, las personas de la Santísima Trinidad son distintas entre sí, dada la diversidad de su misión: Dios Hijo-por quien son todas las cosas- es enviado por Dios Padre, es nuestro Salvador. Dios Espíritu Santo-en quien son todas las cosas- es el enviado por el Padre y por el Hijo, es nuestro Santificador.

¿Cómo distinguir y tratar a cada una de las Tres Personas divinas?

"Aprende a alabar al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo. Aprende a tener una especial devoción a la Santísima Trinidad: creo en Dios Padre, creo en Dios Hijo, creo en Dios Espíritu Santo; espero en Dios Padre, espero en Dios Hijo, espero en Dios Espíritu Santo; amo a Dios Padre, amo a Dios Hijo, amo a Dios Espíritu Santo. Creo, espero y amo a la Trinidad Beatísima", san Josemaría. Cada vez que hacemos la Señal de la Cruz sobre nuestro cuerpo, recordamos el misterio de la Santísima Trinidad: - En el nombre del Padre: Ponemos la mano sobre la frente, señalando la cabeza (la inteligencia) que controla todo nuestro cuerpo, recordando en forma simbólica que Dios es la fuente de nuestra vida. -...y del Hijo: Colocamos la mano en el pecho, donde está el corazón, que simboliza al amor. Recordamos con ello que por amor a los hombres, Jesucristo se encarnó, murió y resucitó para librarnos del pecado y llevarnos a la vida eterna. -...Y del Espíritu Santo: Colocamos la mano en el hombre izquierdo y luego en el derecho, recordando que el Espíritu Santo nos ayuda a cargar con el peso de nuestra vida, el que nos ilumina y nos da la gracia para vivir de acuerdo a los mandatos de Jesucristo.

¿Cuándo se celebra la fiesta de la Santísima Trinidad?

La solemnidad de la Santísima Trinidad se celebra el siguiente domingo a la fiesta de Pentecostés. Es la primera gran Solemnidad que celebra la Iglesia tras concluirse el tiempo pascual.

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¿Cuáles son los símbolos de la Trinidad?

  1. Como un triángulo: cada uno de los vértices es parte del mismo triángulo y sin embargo cada uno es distinto.
  2. Como una vela encendida: la vela en sí misma simboliza al Padre, la cera que escurre es el Hijo, que procede del Padre y la llama encendida es el Espíritu Santo. Los tres son "vela", pero son distintos entre sí.
  3. Trébol: cada una de las hojas es "trébol" pero son distintas entre sí.

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¿Aparece la Santísima Trinidad en la Biblia?

Aunque no están las palabras Santísima Trinidad en la Biblia, a lo largo de los libros sagrados hay varias referencias a este misterio central del cristianismo. A continuación enumeramos algunos de los pasajes donde aparecen referencias a este misterio. https://www.arguments.es/comunicarlafe/santisima-trinidad-en-la-biblia/

Símbolo de Atanasiano (salmo Quicumque)

El Símbolo Quicumque es una profesión de fe que también se ha denominado Símbolo Atanasiano por haber sido atribuido durante toda la Edad Media al obispo de Alejandría san Atanasio. A pesar de no haber sido redactado por ningún concilio ecuménico, «de hecho, este símbolo alcanzó tanta autoridad en la Iglesia, tanto occidental como oriental, que entró en el uso litúrgico y ha de tenerse por verdadera definición de fe». Recibe el nombre de Quicumque por la palabra con la que comienza. Consta de dos partes claramente diferenciadas: la primera expone la fe católica en torno al misterio de Dios uno y trino; en la segunda parte se presenta la doble naturaleza en la única persona divina de Jesucristo. Esos dos ejes de nuestra fe se encuentran ampliamente desarrollados en este credo.

- Quicumque

Quienquiera desee salvarse debe, ante todo, guardar la Fe Católica: quien no la observare íntegra e inviolada, sin duda perecerá eternamente. Esta es la Fe Católica: que veneramos a un Dios en la Trinidad y a la Trinidad en unidad. Ni confundimos las personas, ni separamos las substancias. Porque otra es la persona del Padre, otra la del Hijo, otra la del Espíritu Santo: Pero la divinidad del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo es una, es igual su gloria, es coeterna su majestad. http://www.arguments.es/wp-content/uploads/santo-de-hoy/2022/06/La_Trinidad_El_Greco_1577-1579-173x300.jpeg" alt="" width="420" height="728" />Como el Padre, tal el Hijo, tal el Espíritu Santo. Increado el Padre, increado el Hijo, increado el Espíritu Santo. Inmenso el Padre, inmenso el Hijo, inmenso el Espíritu Santo. Eterno el Padre, eterno el Hijo, eterno el Espíritu Santo. Y, sin embargo, no tres eternos, sino uno eterno. Como no son tres increados ni tres inmensos, sino uno increado y uno inmenso. Igualmente omnipotente el Padre, omnipotente el Hijo, omnipotente el Espíritu Santo. Y, sin embargo, no tres omnipotentes, sino uno omnipotente. Como es Dios el Padre, es Dios el Hijo, es Dios el Espíritu Santo. Y, sin embargo, no tres dioses, sino un Dios. Como es Señor el Padre, es Señor el Hijo, es Señor el Espíritu Santo. Y, sin embargo, no tres señores sino un Señor. Porque, así como la verdad cristiana nos compele a confesar que cualquiera de las personas es, singularmente, Dios y Señor, así la religión católica nos prohibe decir que son tres Dioses o Señores. Al Padre nadie lo hizo: ni lo creó, ni lo engendró. El Hijo es sólo del Padre: no hecho, ni creado, sino engendrado. El Espíritu Santo es del Padre y del Hijo: no hecho, ni creado, ni engendrado, sino procedente de ellos. Por tanto, un Padre, no tres Padres; un Hijo, no tres Hijos, un Espíritu Santo, no tres Espíritus Santos. En esta Trinidad nada es primero o posterior, nada mayor o menor: sino todas la tres personas son coeternas y coiguales las unas para con las otras. Así, para que la unidad en la Trinidad y la Trinidad en la unidad sea venerada por todo, como se dijo antes. Quien quiere salvarse, por tanto, así debe sentir de la Trinidad. Pero, para la salud eterna, es necesario creer fielmente también en la encarnación de nuestro Señor Jesucristo. Es pues fe recta que creamos y confesemos que nuestro Señor Jesucristo , Hijo de Dios, es Dios y hombre. Es Dios de la substancia del Padre, engendrado antes de los siglos, y es hombre de la substancia de la madre, nacido en el tiempo. Dios perfecto, hombre perfecto: con alma racional y carne humana. Igual al Padre, según la divinidad; menor que el Padre, según la humanidad. Aunque Dios y hombre, Cristo no es dos, sino uno. Uno, no por conversión de la divinidad en carne, sino porque la humanidad fue asumida por Dios. Completamente uno, no por mezcla de las substancias, sino por unidad de la persona. Porque, como el alma racional y la carne son un hombre, así Dios y hombre son un Cristo. Que padeció por nuestra salud: descendió a los infiernos, al tercer día resucitó de entre los muertos. Ascendió a los cielos, está sentado a la derecha de Dios Padre omnipotente; de allí vendrá a juzgar a vivos y muertos. A su venida, todos los hombres tendrán que resucitar con sus propios cuerpos, y tendrán que dar cuenta de sus propios actos. Los que actuaron bien irán a la vida eterna; los que mal, al fuego eterno. Esta es la fe católica, quien no la crea fiel y firmemente, no podrá salvarse. Amén.

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