En 2008 nacía en la parroquia de la Madre de Dios de la Medalla Milagrosa, el espacio joven ''Notemo''. Este proyecto impulsado por el Espíritu Santo, tiene como objetivo buscar a Jesús, amarlo y hacerlo amar, siguiendo las enseñanzas de San Juan Pablo II y construyendo juntos la civilización del amor. Como afirman en su página web: «Juan Pablo II nos ha inspirado durante 9 años para evangelizar a través del lenguaje del arte porque "para transmitir el mensaje que Cristo le ha confiado, la Iglesia tiene necesidad del arte"» Carta de San Juan Pablo II a los artistas.
La expresión ''Notemo'' viene del mensaje repetido por San Juan Pablo II durante su pontificado, ese que todos tenemos grabado a fuego en el corazón: «No tengáis miedo de abrir de par en par las puertas a Cristo».
Para lograr que este mensaje llegue a muchos otros jóvenes, lo hacen a través de diversas actividades llevadas a cabo por cantantes, malabaristas, dramaturgos, bailarines, escultores o pintores transmisores del Evangelio. Pero llegó un momento en que, de nuevo, San Juan Pablo II les condujo por otro camino. Un nuevo camino que además estaba en plena sintonía con el anterior: la teología del cuerpo. Ahora ya no era tanto el arte que podemos producir, sino el arte que somos cada uno de nosotros. Y así surgieron los Congresos que desde hace un año, y con enorme éxito, organizan.
El 7 y 8 de abril de 2018 tuvo lugar el primer congreso de teología del cuerpo. El primer día llevó el título de ''Hechos para más, hechos para amar'', con las siguientes charlas que puedes escuchar aquí en formato podcast:
El segundo día llevaba por título ''Amar con el cuerpo'':
Recientemente ha tenido lugar el segundo Congreso de Teología del Cuerpo, y hemos tenido la suerte de contar con el testimonio del equipo Notemo, que nos narra cómo ha sido esta aventura: Estamos inmensamente agradecidos a Dios por haber hecho posible el II Congreso de Teología del Cuerpo en Barcelona este pasado fin de semana de la Divina Misericordia. Él es tan bueno que lo que nos parecía un ideal inalcanzable se realizó: contamos con el Padre Agustino como predicador. Fraile Franciscano de la Renovación desde 1999, fundó Corazón Puro junto a Odet Bisono en el Bronx, Nueva York, para acercar a los jóvenes de esa realidad lo que San Juan Pablo II había sacado a la luz durante su pontificado: el significado real del cuerpo y de nuestra sexualidad, y el misterio de la creación encarnado en ello.
“No existe amor sin sacrificio”. Este podría ser el resumen de todo lo que hemos aprendido estas jornadas según el Padre Agustino. Estamos acostumbrados a un amor fácil, de usar y tirar, un amor que se gasta, se termina; un amor que solo es bien recibido cuando nos hace sentir bien. Esto es lo que la sociedad nos vende, y el espiral en el que nos vemos sumergidos. Pero Dios nos llamó a algo más, porque la llamada que tenemos inscrita en nuestro corazón proviene de Su Amor, y su amor no se acaba nunca. Esa es la llamada a la que nos interpeló San Juan Pablo II, y esta empieza en el origen de la Creación. Estamos llamados a ver al otro como un don, un regalo, alguien igual a nosotros que debemos respetar y motivar a mejorar. Esa es la mirada que Adán y Eva tenían antes del pecado original. Este creó una fisura que generó un abismo de temor entre ellos. Ahora tenemos miedo al otro, a que nos pueda hacer daño, a que nos menosprecie, al rechazo. Tenemos tanto miedo que nos protegemos con unas barreras inquebrantables, y creamos una imagen de nosotros en la que todo va bien, pero en realidad nada va bien. ¿Y por qué tenemos ese miedo? El miedo proviene de nuestras heridas. Todos, en algún momento de nuestra vida, hemos sido heridos por alguien o alguna situación. Quizá ha sido inconsciente, quizá no. E igual que aprendemos a amar porque desde pequeños nos aman, también aprendemos a protegernos cuando nos hacen daño. Y esas protecciones nos van alejando y desconectando de nosotros mismos y de las personas a nuestro alrededor. Y cuando nos relacionamos con alguien, hay un miedo interior a que nos hieran; por eso nos cuesta ser plenamente libres y ser nosotros mismos. Es todo un proceso poder descubrir esas heridas en el corazón, mirarlas, abrazarlas y aceptarlas, y trabajarnos a partir de ahí, porque es mirar cara a cara aquello que en el fondo evitamos. Pero es el camino precioso del amor. Por eso no existe amor sin sacrificio. El amor es darse, es buscar el bien de la otra persona, muchas veces por encima del nuestro; eso implica confrontación, y saber perdonar. Y para poder perdonar es necesaria la intimidad: poder hablar de corazón a corazón, sin máscaras, ser sincero y hacerse vulnerable. Es un camino de exigencia y de desprendimiento, pero un camino que vale la pena recorrer. Porque estamos llamados a vivir en comunión con el otro; somos seres relacionales creados a imagen y semejanza de un Dios que es trinidad, que ama y crea en comunión.
Y hasta aquí el testimonio. Te animamos a que les sigas de cerca en sus redes sociales: Twitter, Facebook e Instagram. Además, si te has quedado con ganas de más, en estos vídeos puedes ver algunas de las conferencias que impartió el Padre Agustino:
