¡Cuánto daño nos han hecho las películas!

03/08/2018 | Por Arguments

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Cuando se acaba la película empiezan las verdaderas relaciones:

Parece ser que algunos directores de Hollywood están obsesionados con el enamoramiento, con el encender de los motores o los arranques de color rosa. Pero son pocos los valientes que se atreven a tratar las relaciones a largo plazo. Puede que no queden tan bonitas en los planos, ni que sean tan fáciles de explicar en una hora y media. Pero son estas las relaciones que nos interesan, las que comienzan cuando la película se acaba.

Nadie nos ha enseñado a amar las cosas feas:

https://www.arguments.es/wp-content/uploads/matrimonio/2018/07/Claqueta-cine-300x203.jpg" alt="" width="370" height="250" />Es normal que los directores no puedan producir cintas de diez horas. Uno, porque sería un verdadero suplicio ir al cine, además de una ruina económica; y dos, porque simplemente sería demasiada información y nos aburriría. ¡Pero qué daño hace el cortar y el pegar de las películas! Cuando los señores de postproducción deciden qué plano aparece y cuál no, normalmente se guían por los más bonitos. Y esto, en las relaciones, puede que dure uno o como mucho dos meses. Pero cuando los cineastas dejan de trabajar, los planos “feos” se cuelan, arruinando la belleza perfecta de nuestro film. Para muchos, que creíamos demasiado en las películas, será una desgracia. Porque nadie nos ha enseñado a amar las cosas feas y mucho menos, a que sean parte de nuestro día a día. Por eso afirmo: “¡Cuánto daño nos han hecho las películas!”.

¿Tiene solución?

Sí, existe un antídoto. No es dejar de ir al cine, ni criticar a los profesionales del sector audiovisual por su sobredosis de idealización. Es observar la verdadera película, la de la calle. Aprender de las personas que se aman sin guiones, ni filtros, ni actores. Y mucho más importante, amar en primera persona. Pasar de espectador a actor. Sentir cariño, dulzura y al mismo tiempo, enfado. No querer transformar a la persona de al lado, sino aceptarla tal y como es. Ver sus defectos con los ojos muy abiertos, sin tratar de negarlos ni taparlos. Y una vez que hayamos contemplado su versión original, trataremos de no desmayarnos ni agobiarnos. Los defectos o las cosas menos bonitas del otro avivan nuestra batalla diaria de amar. Sí, diaria.

Si quieres ganar la carrera, tienes que entrenar todos los días:

https://www.arguments.es/wp-content/uploads/matrimonio/2018/07/Butacas-cine-300x200.jpg" alt="" width="330" height="220" />Pasa algo parecido cuando una persona comienza a correr triatlones: si hace uno sin previo entrenamiento, puede que con suerte llegue vivo a la mitad del recorrido. Si queremos llegar a la meta, necesitamos entrenarnos cotidianamente. Un esfuerzo diario encaminado a nuestra mejora personal. Ojo, no quiero decir que nos acostumbremos a soportar los defectos del otro. Se trata de algo mucho más difícil: tenemos que amarlos. Por eso es tan importante filtrar lo que vemos en las series, películas y cortometrajes, ya que nos pueden mostrar un enfoque muy edulcorado de la realidad. Pero en la vida, y en el amor, un solo enfoque es algo bastante pobre.

La respuesta esta dentro y fuera:

Entonces, ¿qué debemos hacer? También tengo que deciros que nos han malacostumbrado en la escuela: siempre había una respuesta para cada pregunta. Sin embargo, aquí y en la mayoría de las cuestiones importantes, este modelo de aprendizaje no nos sirve. Lo único que os puedo adelantar es que la base del antídoto está fuera de nosotros. Porque al salir de nosotros mismos, nos encontramos. Al sacrificarnos por el otro, ganamos. Y al entregarnos al otro, nos amamos.  

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