
No es un caso aislado el de María y José.
Joaquín ha de ir a Hebrón. Cleofás tendrá que encaminarse con su mujer y sus hijos a Sicar. Han de buscar dinero de la nada para acometer el viaje.
La autoridades romanas se dejan oír nuevamente a través de mensajeros, para que todo israelita cumpla el decreto obligatorio. Los habitantes de Nazaret se sienten humillados. Y algún zelote ha apretado sus puños y sus dientes, no sin odio.
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