El 10, el 5 y el 14

08/03/2019 | Por Arguments

Antonio Rojas

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la chispa

">http://www.arguments.es/wp-content/uploads/lachispa/2019/03/Don-Bosco-2A--e1552043608252.jpg"> La buena suerte no es casual, es producto del trabajo; así la sonrisa de la fortuna tiene que ganarse a pulso. -Emily Dickinson- La riquísima personalidad de D. Bosco y su dinamismo apostólico fueron una fuente inagotable de anécdotas. He aquí una de ellas. Ya en vida, don Bosco tenía fama de santo y de taumaturgo. Un día se le presentaron dos hombres que le preguntaron por los números de la suerte en la próxima lotería. —Tomad, les dijo, estos tres números: el 10, el 5 y el 14. Se iban ya muy satisfechos los consultantes, cuando les habló de nuevo: —Esperad una breve explicación: el número 10, son los diez mandamientos de la ley de Dios; el 5, los de la Iglesia; y el 14, las obras de misericordia. Jugad estos números durante vuestra vida, y seréis dichosos en esta vida y en la otra. El éxito en la vida depende del trabajo duro y de la suerte. La suerte no la podemos controlar, así que solo nos queda trabajar duro para conseguir nuestros objetivos. Como dijo Picasso: Cuando llegue la inspiración, que me encuentre trabajando. Muchas veces oímos «¡Qué suerte ha tenido fulanito! Ha conseguido lo que buscaba». Normalmente detrás de esa «suerte» se encuentran años de trabajo. ¿Que la suerte ha influido?, seguro. ¿Que sin trabajo no lo hubiese conseguido?, también seguro. Con frecuencia la suerte está escondida en el estudio, en el trabajo, en el saber aconsejarse de expertos, en la tenacidad en el buen propósito, en el aprender con los fracasos, etc. Tener un objetivo claro en la vida es indispensable para crear las circunstancias adecuadas y tener buena suerte. Cuando digo tener un objetivo claro, quiero decir tenerlo definido con el mayor número de detalles posible: qué quieres, cómo lo quieres conseguir, cuándo lo quieres. Que hay «algo» (suerte) que nos puede ayudar o desfavorecer, es claro. Todos tenemos experiencia de nuestra época de estudiantes; por ejemplo, cuando alguna vez preparábamos exquisitamente el examen y los resultados no eran muy buenos, y, al contrario, no llevábamos la preparación adecuada, pero salíamos airosos. El filósofo griego Epícteto (50-135) definió la suerte con un puntito de ironía:  El que tiene suerte, encuentra en el yerno un hijo; el que no la tiene, pierde una hija. Sí, la suerte existe y alguna vez nos puede tocar la lotería. Pero para asegurarnos el premio, lo infalible es jugar con los números adecuados: el diez, el cinco y el catorce.

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