Gracias a las mujeres que rompieron barreras
Una revolución ha sido necesaria para que el talento de la mujer salga a la luz y merezca también ser protegido, cultivado y valorado. Mucho les debemos a las mujeres que rompieron barreras y se hicieron valer.
“He perdido a mi familia por mi dureza” confesaba una ingeniera en medio de un mar de lágrimas. Una madre estupenda que sin darse cuenta quizás trasladó los esquemas del trabajo a su familia, y vió que había exigido demasiado. Y es verdad, ahora más que nunca hay que ser una mujer dura, inteligente, desafiante si es preciso, una mujer autónoma, independiente, decidida, genio y figura, ella tiene el control de su vida, nadie le puede parar.
Recuperar al hombre y recuperar a la mujer
Y así, casi sin darnos cuenta, el hombre se encuentra que ya no es tan necesario, ella no necesita ser protegida, ser cuidada, ella puede, puede más. O es él, el que no se encuentra, quedó anclado en su adolescencia esperando todo de ella y sin encontrarlo, y en algún momento cayó en los brazos de otra mujer sola dispuesta a admirarle y cuidarle más. Muchos hombres y mujeres, de forma natural quieren vivir la vida bien, con paz en sus familias, y sin embargo se encuentran defraudados; por alguna razón rotos, solos y sufriendo; y con ellos, los hijos, en medio de una vida en difícil equilibrio.
Jacques Philippe asegura que “una verdad antropológica sencilla pero fundamental es la siguiente: el hombre vive las palabras que le habitan. Porque el amor y la palabra salen del mismo lugar: el corazón”. Lo que escucho y lo que leo, lo que alimenta mi pensamiento es la palabra que vive en mi interior, mi yo interior donde descansa o batalla mi talento más profundo que desea llegar a su plenitud. Por eso, “una vida sin lectura es una vida amontonada” escribe Christian Bobin, una vida en la que en lugar de pensamiento y discernimiento se acumulan y amontonan las cosas, los objetos (n.1).

Imagen de Max Gasparini, pintor.
La búsqueda de la verdad es una necesidad prioritaria
En ese discurso interior quizás hay verdades y mentiras que no sabemos distinguir, quizás hay un bien y un mal, creemos ese ideal de poderío, de éxito, de desarrollo de todos nuestros talentos, intelectual y físico y perdemos las prioridades o la proporción por el camino.
La búsqueda de la verdad es una necesidad, su estudio profundo es un deber de justicia y darla a otros una obra de misericordia. «La misericordia es la plenitud de la justicia y la manifestación más luminosa de la verdad de Dios. Ella «es la llave del cielo»». (Gaudete et Exultate n.105)
Recuperar nuestra identidad, sin miedo a lo que somos
Somos muchas las personas que no nos identificamos con los modelos de hombre y mujer que nos imponen los medios de comunicación, la legislación y la política, confundiendo la consciencia de nuestra identidad y a las futuras generaciones.
Por eso les decimos a los hombres: no tengáis miedo a la mujer de hoy. Ella necesita, en su poderío y libertad recién estrenada, que el hombre se recupere a sí mismo y se implique a fondo, y luche por la defensa de su dignidad como mujer y madre, y con ella, a los hijos.
A las mujeres les animamos a desarrollar todos su talentos con libertad, sin despreciar su configuración más íntima como mujer y madre. Aunque su talento sea desplegado de manera diversa según su misión, la maternidad es el talento precioso de la mujer que en el Siglo XXI se pierde y desorienta en la cultura del individualismo, del éxito y la autoafirmación.
Nuestro eco está inspirado por Jutta Burggraf y fundamentado en los escritos de Juan Pablo II, Benedicto XVI y el Papa Francisco, sobre la mujer.
- Jutta Burggraf
- San Juan Pablo II
- Benedicto XVI
- Papa Francisco