Las grandes oportunidades a menudo
se esconden en las tareas pequeñas.
Las cosas pequeñas de la vida determinan las grandes.
– Rick Warren –
No calculó bien el conductor la altura y el camión quedó atrapado en el paso inferior de un cruce de autovías. No podía moverse ni hacia adelante ni hacia atrás. Se originó el consiguiente tapón y la gente fue dando sus opiniones. Mientras llegaban la policía y los ingenieros especializados, un niño se acerca al conductor:
─ Señor, yo sé cómo sacar el camión de ahí.
─ Vale, vale. ¡Ya veo que aquí todo el mundo es un experto!, farfulló el malhumorado conductor.
─ Bastaría, señor ─prosiguió el niño─ con quitar un poco de aire a los neumáticos.
Justo esa fue la solución que dieron los ingenieros. Esos pocos centímetros marcaron la diferencia, y el camión pudo atravesar el paso inferior sin ningún problema.
Es lo que ocurre con frecuencia, que, a veces, la solución es tan sencilla, tan sencilla que se la ignora. Sin embargo, la experiencia nos demuestra que, en ocasiones, la solución a un problema es una minucia. Una pequeña luz en la oscuridad puede cambiar las cosas.
Aterricemos, por ejemplo, en la amistad. Es natural querer gustar a otros, ser popular entre los amigos, los compañeros de trabajo, la familia…, pero a menudo algo insignificante nos retiene y nos sentimos como atascados en las circunstancias actuales; nos resulta difícil tomar la iniciativa para hacer amigos.
En tales circunstancias, tal vez bastaría introducir algún pequeño cambio en nuestro comportamiento para resultar más interesantes y agradables y, así, facilitarnos el trabar amistades.
Un detalle insignificante pero vital es el punto de partida: para tener amigos, suele ser necesario estar dispuesto a ser amigo. Así pues, hemos de mirar con honestidad a nuestro interior y hacer un examen crítico que determine si tenemos algún rasgo que pueda estar reteniéndonos, impidiéndonos hacer las amistades que deseamos.
Lo que hacemos por lo demás retorna a nosotros. Si somos amables, generosos, afectuosos…, lo demás nos tratarán, normalmente, del mismo modo porque, como dice John Templeton: es agradable ser importante, pero es más importante ser agradable.
Tomémonos un momento para mirarnos al espejo y hacer lo que sea necesario para convertirnos en el amigo que queremos ser. Hay que tener cuidado con las cosas pequeñas porque su ausencia o presencia pueden cambiarlo todo; la perfección no es cosa pequeña, pero está hecha de pequeñas cosas.
Disfrutar de las bendiciones de la vida podría depender de algo insignificante, tan insignificante como un poco de aire.