Política y vida cristiana, 8 cuestiones ante unas elecciones 

27/04/2019 | Por Arguments

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¿La Iglesia debe estar totalmente al margen de la política? Probablemente nos lo hemos preguntado o nos lo han preguntado en diversos momentos y puede ser que sigamos sin tener del todo claro cómo contestar a esta cuestión. Por eso, en este artículo, queremos dar algunas claves para entenderlo mejor, abordando 8 preguntas y temas centrales de esta cuestión. 

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1. ¿Cuál es la actitud de la Iglesia respecto de la democracia?

La tradición católica mantiene que las normas objetivas para una acción justa de gobierno son accesibles a la razón, prescindiendo del contenido de la revelación. En este sentido, el papel de la religión en el debate político no es tanto proporcionar dichas normas, como si no pudieran conocerlas los no creyentes. Menos aún proponer soluciones políticas concretas, algo que está totalmente fuera de la competencia de la religión. Su papel consiste más bien en ayudar a purificar e iluminar la aplicación de la razón al descubrimiento de principios morales objetivos”, Benedicto XVI, discurso en Westminster Hall el 17 de septiembre de 2010 con ocasión del viaje al Reino Unido para la beatificación del Cardenal Newman.

2. ¿Debe el cristiano pasar de la política?

La Iglesia recuerda el derecho y el deber de votar con libertad. Pero el papel de los ciudadanos no puede reducirse solamente a emitir un voto y luego dejar que los políticos hagan el resto. En este sentido, es muy importante la acción de las asociaciones familiares, culturales, sociales... El Estado no ha de hacerlo todo, sino que las personas, las familias y agrupaciones, tienen también una gran responsabilidad. Son conocidos los casos en los que gracias a la participación y colaboración de los ciudadanos, el Estado ha llevado a cabo cosas que no tenía pensado hacer o viceversa.  Con palabras del Papa Francisco: “la política -dice la Doctrina Social de la Iglesia- es una de las formas más elevadas de la caridad, porque sirve al bien común. No puedo lavarme las manos, ¿eh? ¡Todos tenemos que dar algo!”. "Demos lo mejor de nosotros, ideas, sugerencias, lo mejor, pero sobre todo lo mejor está la oración. Oremos por los gobernantes, para que nos gobiernen bien, para que lleven a nuestra patria, a nuestra nación, y también al mundo adelante, para que exista la paz y el bien común”. 

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3. ¿Puede un católico votar a cualquier partido político?

La fe nos ayuda a descubrir cómo debemos ejercer nuestro derecho al voto. Siendo fieles a Cristo, descubrimos una guía en los valores que brotan de la humanidad renovada por Él. Así viene recogido en el Catecismo, al referirse al Cuarto Mandamiento y a los deberes ciudadanos (nº 2240), nos ilumina sobre el deber de votar que tenemos los cristianos, como una forma de participación en la construcción de la comunidad política. El seguimiento de Cristo nos descubre una ética objetiva, racional, razonable y respetuosa. Frente a las elecciones, la conciencia de un cristiano necesita hacer un triple ejercicio para decidir a quién votar: a) tener en cuenta el ideal de vida que buscamos como cristianos; b) descubrir el mal y su gravedad donde lo hallemos; c) realizar todo el bien que podamos en las circunstancias en las que vivimos. Hay valores que están fuera de cualquier negociación, son irrenunciables. 

4. ¿Es competencia de la Iglesia denunciar los totalitarismos u otras formas de gobierno?

"Es inhumano que la autoridad política caiga en formas totalitarias o en formas dictatoriales que lesionen los derechos de la persona o de los grupos sociales" (G.S.75). No se puede decir que la Iglesia se mete donde no le llaman cuando defiende estos derechos. Por eso el Papa no se sale de su competencia cuando recuerda a los dictadores que dejen de violar los derechos humanos, ya que está cumpliendo con su deber. Es más, no solo “puede” hacerlo, sino que “debe” hacerlo.  Los gobernadores elegidos no pueden hacer lo que les dé la gana, simplemente por el mero hecho de haber sido elegidos por la mayoría. Hay unos límites, como el bien común, el orden moral, el orden jurídico legítimamente establecido...  Por ejemplo, imaginemos que democráticamente se decide que es buena la tortura o el terrorismo... Ninguna autoridad ni ninguna decisión democrática puede legitimar estas acciones, ya que van en contra del bien y de la dignidad humana. Por tanto, ninguna autoridad, por legítima que sea, puede atentar contra los derechos de la persona (derecho a la vida, a reunirse, asociarse, profesar públicamente y privadamente la religión, etc).

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5. La política como herramienta de paz

Muy oportunamente, el 1 de enero de 2019 el lema elegido para la 52 Jornada Mundial de la Paz, se dedicó a ">http://w2.vatican.va/content/francesco/es/messages/peace/documents/papa-francesco_20181208_messaggio-52giornatamondiale-pace2019.html%252523_ftn3">La Buena Política al servicio de la Paz, un enfoque de máxima actualidad teniendo en cuenta el panorama mundial: “La política, si se lleva a cabo en el respeto fundamental de la vida, la libertad y la dignidad de las personas, puede convertirse verdaderamente en una forma eminente de la caridad”. Sin embargo… ”cuando aquellos que se dedican a ella no la viven como un servicio a la comunidad humana, puede convertirse en un instrumento de opresión, marginación e incluso de destrucción”. San Juan Pablo II como es bien sabido, fue experto en sobrevivir a guerras, y conflictos políticos, siempre a  contracorriente. En su carta Al comienzo del nuevo milenio (">http://w2.vatican.va/content/john-paul-ii/es/apost_letters/2001/documents/hf_jp-ii_apl_20010106_novo-millennio-ineunte.html">Novo Millenium Ineutem, 2.000) escribió sobre algunas claves a tener en cuenta para la convivencia en paz en una sociedad plural.

6. El diálogo, base de la política y de la paz

En la situación de un marcado pluralismo cultural y religioso… este diálogo es también importante para proponer una firme base de paz y alejar el espectro funesto de las guerras de religión…” .

7. Esfuerzo por explicar los motivos en los aspectos controvertidos y delicados

“Me refiero al deber de comprometerse en la defensa del respeto a la vida de cada ser humano desde la concepción hasta su ocaso natural… en el terreno de las biotecnologías, nunca han de ignorar las exigencias fundamentales de la ética” (n.51) Subrayando sobre todo, que no se trata de imponer a los no creyentes una perspectiva de fe, sino de interpretar y defender los valores radicados en la naturaleza misma del ser humano.

8. La caridad como eje que permite una agenda común

La caridad se convertirá entonces necesariamente en servicio a la cultura, a la política, a la economía, a la familia, para que en todas partes se respeten los principios fundamentales, de los que depende el destino del ser humano y el futuro de la civilización. En este contexto, “tomar en serio la política en sus diversos niveles ?local, regional, nacional y mundial? es afirmar el deber de cada persona, de conocer cuál es el contenido y el valor de la opción que se le presenta y según la cual se busca realizar colectivamente el bien de la ciudad, de la nación, de la humanidad”. (San Pablo VI).

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