Casarse en tiempos del COVID-19

13/04/2020 | Por Arguments

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¡Así soñábamos nuestra boda...!

María y Álvaro se habían comprometido. Iban a casarse el sábado 28 de marzo de 2020 en la Real Colegiata de Roncesvalles (en Navarra). Allí, ante Dios y ante más de cien invitados, entre familiares y amigos, se comprometerían el uno al otro para siempre. Ya lo tenían todo listo: las flores, los trajes, el coro, las lecturas de la Misa, el sitio reservado y el menú elegido para la celebración... Solo tenía que llegar ese día, y ¡todo sería perfecto! Y fue perfecto, pero no ese día, y no cómo se habían imaginado (ni ellos ni nadie, claro).

Un cambio de planes totalmente inesperado

Cuando alguien se va a casar, piensa en los imprevistos y los contratiempos que pueden ocurrir. Uno se imagina, por ejemplo, que ese día puede llover a mares o nevar (era una de las cosas que barajaban María y Álvaro ya que, en Roncesvalles en esa fecha, el pronóstico del tiempo era muy variable), o que alguien pueda perderse y llegar tarde, o incluso que dos invitadas vayan con el mismo vestido... Pero a nadie se le pasa por la cabeza que un microorganismo minúsculo e invisible, pudiera contagiar, enfermar e incluso a matar a miles de personas, hasta el punto de provocar una pandemia mundial con el consiguiente confinamiento de miles y miles de personas, y hacer saltar por los aires no solo los sueños y los planes, sino también la vida. Y eso fue lo que ocurrió; ¡todo saltó por los aires...! El COVID-19 se extendió y el estado de alarma se decretó en España el 14 de marzo. Quedaban todavía dos semanas para el gran día; catorce días para la boda, si es que podrían seguir celebrándola, claro.

Pero Él hace nuevas todas las cosas...

Para el que tiene fe, ¡todo es para bien! Para el que vive cara a Dios, todo es ocasión de amarle. La fe lo cambia todo, aunque externamente no cambie nada. Evidentemente, María y Álvaro seguían con preocupación las noticias que llegaban esos días. En primer lugar, porque empezaban a dispararse los contagios y los fallecidos por coronavirus. Y todos tenemos abuelos, familiares que están delicados de salud, amigos y familiares que trabajan en hospitales y centros de salud... y la cabeza empieza a dispararse y no hay quién la pare. Pero también porque lógicamente las restricciones de movilidad cada vez eran más estrictas y se prohibían todo tipo de celebraciones, reduciéndolas al ámbito privado y a la asistencia de unas pocas personas. Y la duda de qué hacer no solo se paseaba por su mente, sino que amenazaba con no partir hasta que tomaran una decisión.

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Boda sí, boda no; boda sí, boda no...

"¿Qué hacemos?", se preguntaban los dos... "Si la mantenemos, no podrán venir nuestros amigos ni gran parte de nuestra familia... ¿La retrasamos entonces? Es una opción... pero ¿hasta cuándo? ¿Quién nos dice que no se va a alargar meses esta situación? Vale, pues nos casamos ahora aunque sea con nuestros padres y hermanos. Pero, ¿y si alguno de los nuestros enferma antes; seguimos adelante? Vamos a confiar en que no pase eso..." "¿Y no los exponemos a contagiarse por salir de casa hasta la iglesia? Bueno, también salimos al supermercado, ¿no? Es un riesgo, pero no parece una imprudencia. De hecho nuestros padres por su trabajo tienen que salir cada día... Si se sale de uno en uno, y nos vemos allí, no incumplimos con la normativa, y tenemos el certificado de que nos vamos a casar. Cierto, es verdad". "Otra opción es casarnos nosotros solos y así no exponemos a nadie, pero da mucha pena... ¡Buuuffff! ¡Qué decisión tan complicada! ¡Señor, ayúdanos a ver cuál es tu voluntad...!"

Y convirtieron el covid-19 en una oportunidad para dar testimonio del Sacramento del Matrimonio

Y esto fue lo que decidieron después de rezarlo mucho, hablarlo entre ellos, y volver a rezarlo... "Esto nos ha costado, pero al final teníamos la cita con el Señor ese día, y no queríamos faltar porque no fuese perfecto. Quizás el Señor nos llama así a dar testimonio de su Sacramento. Él sabe más". Y así lo comunicaron a todos los invitados: https://www.arguments.es/wp-content/uploads/matrimonio/2020/03/casarse-en-tiempos-del-coronavirus-678x1024.png" alt="" width="678" height="1024" />  

Pero la cosa no quedó así, y tuvieron que adelantarla...

Cada vez la situación se volvía más complicada, las restricciones aumentaban por momentos y aunque quedaba poco para el 28, cada día que pasaba amanecía con más dificultades e impedimentos para poder casarse aunque fuera en privado. El Señor también les pidió que se desprendieran hasta de la fecha. Y ellos, no dudaron en dejarse llevar y ponerse en sus manos. "Veíamos que cada vez era más complicado salir de casa para casarnos, y por eso hemos decidido adelantarlo. Ayer pensaba que no iba a ser posible, consiguiendo certificados del obispo para salir... ¡una odisea! Al final, si Dios quiere, ¡nos casamos hoy, día de San José en nuestra parroquia! Yendo de uno en uno, cambiándonos allá... jaja, en fin... ¡ojalá no nos pongan pegas y podamos llegar todos! Encomienda mucho a San José para que interceda por nosotros. ¡Qué al final sea y que lo vivamos con gratitud!" https://www.arguments.es/wp-content/uploads/matrimonio/2020/03/Y-lo-comunicaron-a-todos...-300x154.png" alt="" width="900" height="461" />

Una boda muy peculiar y muy especial

Tuvieron que pedir al arzobispado que les hicieran un certificado en el que constara que iban a casarse, para presentar y justificar su salida en caso de que la policía les parase por la calle. Hablar con el párroco, donde son catequistas los dos, para ver si podría casarlos antes y a puerta cerrada dada la situación de emergencia sanitaria. Comunicarlo a todos. Salir de uno en uno de casa para desplazarse hasta la iglesia. Rezar un rato, dar gracias por haber conseguido llegar hasta allí todos, y preparase para dar el sí quiero definitivo. Después, cambiarse y arreglarse en los baños de los salones parroquiales (puesto que no iban vestidos de boda por la calle, lógicamente). Y llegó el gran momento. Y en una iglesia prácticamente vacía, acompañados de sus padres y hermanos esparcidos por los bancos guardando las distancias de seguridad entre ambas familias para evitar contagios, ante Dios y el sacerdote, se entregaron el uno al otro para siempre. Eso sí, arropados por la oración y el cariño de sus amigos y familiares, que a través de la Comunión de los Santos, estaban presentes estando ausentes. https://www.arguments.es/wp-content/uploads/matrimonio/2020/04/alianzas-boda-testimonio-matrimonio-covid-300x200.jpg" alt="" width="700" height="467" /> Tampoco hubo arroz a la salida, claro; pero algunos niños de la catequesis que estaban al corriente y vivían cerca, salieron a los balcones para gritar: "¡viva los novios!" y aplaudir a los recién casados al verlos pasar. Y de nuevo cada uno por su lado, de uno en uno; eso sí, felices de lo que habían vivido. Tampoco hubo banquete y tuvieron que celebrarlo las familias separadas. La comida en casa de la familia de la novia, y la cena en la del novio. Todo menos saltarse las indicaciones dadas, o poner en riesgo a los suyos. La madre de la novia les sorprendió con una tarta casera y les hizo vestirse de nuevo de boda para cortarla, como la ocasión merecía.

https://www.arguments.es/wp-content/uploads/matrimonio/2020/03/WhatsApp-Image-2020-03-23-at-16.28.37-e1585993258553-300x124.jpeg" alt="" width="850" height="350" /> Cortando la tarta que la madre de María hizo para la ocasión vestidos de novios en casa de la familia de la novia.
Y si no hubo banquete, mucho menos viaje de novios. Ahora pasan la luna de miel confinados en un pequeño piso, a la espera de poder mudarse al que han alquilado para vivir. Pero sin duda, están felices, MUY FELICES. Nunca soñaron su boda así, pero fue el día más feliz de su vida, a pesar de todos los pesares... Y por si fuera poco, con el regalo añadido de contar con San José como patrón de su matrimonio. ¡VIVA LOS NOVIOS!

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