La Eucaristía del siglo II: un rito muy actual

20/05/2015 | Por Arguments

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Eucaristía

liturgia de la palabra

San Justino Mártir

Santa Misa

Gracias a los testimonios de los primeros cristianos, podemos conocer cómo era la Eucaristía del siglo II. Glosando la famosa descripción de San Justino Mártir en su libro Apología I, encontramos algunos elementos invariables hasta nuestros días. La liturgia de la Eucaristía se desarrollaba conforme a una estructura fundamental que comprende dos grandes momentos y que forman una unidad básica: la liturgia de la Palabra y la liturgia eucarística.

El origen: la Última Cena

Dice Ratzinger: «La liturgia cristiana tiene su origen en el Cenáculo, en el que se anticipó el misterio pascual de la muerte y resurrección y se abrió a una actualización cultual en el presente». La liturgia cristiana parte de los gestos sencillos de aquella gran hora de Jesús. El contexto pascual de aquella cena explica también la presencia de la Palabra: porque Jesús pronunció una bendición y dio gracias, con una alusión evidente a la oración judía de alabanza y agradecimiento (llamada berakah). Asimismo, las fuentes hablan de que antes de salir a Getsemaní (Mt 25,30) cantaron unos salmos, el gran Hallel (Salmos 113-117).

Testimonio de San Justino

«El día que se llama día del sol tiene lugar la reunión en un mismo sitio de todos los que habitan en la ciudad o en el campo. Se leen las memorias de los Apóstoles y los escritos de los profetas, tanto tiempo como es posible. Cuando el lector ha terminado, el que preside toma la palabra para incitar y exhortar a la imitación de tan bellas cosas. Luego nos levantamos todos juntos y oramos por nosotros [...] (Apología, 1, 67) y por todos los demás donde quiera que estén, [...] a fin de que seamos hallados justos en nuestra vida y nuestras acciones y seamos fieles a los mandamientos para alcanzar así la salvación eterna. Cuando termina esta oración nos besamos unos a otros. Luego se lleva al que preside a los hermanos pan y una copa de agua y de vino mezclados. El presidente los toma y eleva alabanza y gloria al Padre del universo, por el nombre del Hijo y del Espíritu Santo y da gracias (en griego: eucharistian) largamente porque hayamos sido juzgados dignos de estos dones. Cuando terminan las oraciones y las acciones de gracias, todo el pueblo presente pronuncia una aclamación diciendo: Amén. [...] Cuando el que preside ha hecho la acción de gracias y el pueblo le ha respondido, los que entre nosotros se llaman diáconos distribuyen a todos los que están presentes pan, vino y agua ‘eucaristizados’ y los llevan a los ausentes» (Apología, 1, 65).

http://arguments.es/wp-content/uploads/liturgia/2015/05/catholicvs-la-santa-misa-en-el-arte-lxii-the-holy-mass-in-art-lxii.jpg" alt="La Santa Misa" width="700" height="465" /> Domenico Beccafumi, La Comunión milagrosa de santa Catalina, 1513-1514 Se representa la escena en la que el mismo Cristo le dio la comunión a santa Catalina que, arrodillada, viste el hábito de las dominicas.

El testimonio explicado

Al inicio trata sobre el marco o contexto en el que se desarrolla la celebración: «El día que se llama día del sol tiene lugar la reunión en un mismo sitio de todos los que habitan en la ciudad o en el campo». Vemos que la asamblea cristiana se reúne el “día del sol”. Hace referencia al primer día de la semana, más tarde llamado “domingo”, día del Señor, en recuerdo de Su Resurrección. Una celebración semanal, matutina, festiva y para una comunidad concreta.

Liturgia de la Palabra

Más adelante, san Justino recoge los elementos de la liturgia de la Palabra. En efecto, los cristianos se separaron enseguida de los sacrificios del Templo, pero seguían reuniéndose en el atrio de Salomón y participaban allí en la celebración de la palabra y en la oración de Israel. Leían la Escritura referida a Cristo. Pero pronto fue necesario organizar una celebración de la palabra unida a la eucarística. Hay eco de esto en el relato de los discípulos de Emaús: «En el camino les explicaba las Escrituras, luego sentándose a la mesa con ellos, tomó pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo dio»  (Lc 24, 13-35). Encontramos, por tanto: 1. Lecturas de los libros de la Sagrada Escritura, del Nuevo y del Antiguo Testamento: «Se leen las memorias de los Apóstoles y los escritos de los profetas…». 2. Homilía: «Cuando el lector ha terminado, el que preside toma la palabra…». 3. Oración universal: «Luego nos levantamos todos juntos y oramos por nosotros y por todos los demás donde quiera que estén, a fin de que seamos hallados justos en nuestra vida y nuestras acciones…». 4. Rito de la paz: «Cuando termina esta oración nos besamos unos a otros». Actualmente este gesto tiene lugar antes de la comunión, aunque se está estudiando la posibilidad de cambiar su lugar (cfr. http://w2.vatican.va/content/benedict-xvi/es/apost_exhortations/documents/hf_ben-xvi_exh_20070222_sacramentum-caritatis.html" target="_blank" rel="noopener">Sacramentum caritatis, n. 49).

Liturgia Eucarística

En segundo lugar, presenta la liturgia eucarística propiamente dicha: 1. Presentación del pan y del vino: «Luego se lleva al que preside a los hermanos pan y una copa de agua y de vino mezclados». 2. Acción de gracias consecratoria: “El presidente los toma y eleva alabanza y gloria al Padre del universo, por el nombre del Hijo y del Espíritu Santo y da gracias largamente (…). Cuando terminan las oraciones y las acciones de gracias, todo el pueblo presente pronuncia una aclamación diciendo: Amén». 3. Comunión: «Cuando el que preside ha hecho la acción de gracias y el pueblo le ha respondido, los que entre nosotros se llaman diáconos distribuyen a todos los que están presentes pan, vino y agua ‘eucaristizados’ y los llevan a los ausentes». Vemos ya la praxis de la comunión de los creyentes; asimismo, quienes estaban ausentes por enfermedad recibían en sus casas la comunión. Se pueden observar los elementos de continuidad entre la Última Cena, las reuniones de los primeros cristianos para celebrar la Eucaristía y la Santa Misa de hoy día. Ser conscientes de este origen apostólico ayuda a nuestra fe. Vivimos la comunión de los santos, celebramos la fe que nos han legado y que estamos llamados a transmitir. BIBLIOGRAFÍA

  • Catecismo de la Iglesia Católica, nn. 1345-1347.
  • F. M. Arocena (ed.), Contemplar la Eucaristía, Rialp, Madrid 2000, 38-40.
  • A. García Ibáñez, La Eucaristía, don y misterio, Eunsa, Pamplona 2009, 105-107.

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