¡Qué mal funciona!

26/01/2017 | Por Arguments

Antonio Rojas

Arguments

catequesis

la chispa

http://www.arguments.es/wp-content/uploads/lachispa/2017/01/Correos-que-mal-funciona-1-1-e1485469822908.jpg" rel="attachment wp-att-882">Correos que mal funciona 1 No es mucho que a quien te da la gallina entera, tú des una pierna de ella. —Miguel de Cervantes—  Un chaval comenta a uno de sus mejores amigos: —¡Que mal funciona el servicio de Correos de este país! —¿Por qué me dices eso? —He escrito ya tres veces a mi padre pidiéndole dinero y, todavía, no he recibido contestación.  ¿Era problema de correos o de que el padre, seguramente, ya estaba harto de mandar dinero a su hijo? Desgraciadamente, hay hijos para los cuales sus padres son como «el cajero automático», solo se acuerdan de ellos para sacar dinero. Y es bueno que, de vez en cuando, «el cajero» no funcione. Suele ser bastante egoísta el amor de los hijos; exigen cariño a los padres y se olvidan de que el verdadero amor precisa de correspondencia. La deuda de gratitud que, normalmente, tenemos con los padres es inmensa. Siempre he defendido que la casa (el hogar) es el marco ajustado en el cual tiene su cauce natural el desarrollo de las más sencillas y ricas virtudes humanas.  Nuestra casa debería ser el cauce idóneo de una vida feliz; pero no siempre es así. Parece que los valores pierden eficacia al encarnarse en la condición humana que, con frecuencia, se convierte en un filtro que sólo deja pasar inconvenientes y problemas. Hay hogares en los que el egoísmo dificulta la paz, la fluidez con que la vida debiera discurrir, la feliz y saludable influencia mutua, la gratitud... y, en consecuencia, los miembros de la familia se amargan la existencia con pequeñas cosas, se rozan, se lastiman. Y es que la persona humana, donde quiera que vaya —también en la familia— lleva consigo el lastre de su humanismo defectuoso que origina el disturbio y la merma de la paz y hace, así, más difícil una vida que está llamada a resultar más apacible y acogedora. Resulta que el amor —también en casa— es un correo de ida y vuelta: recibe y corresponde; pero cuando el egoísmo lo reduce a una sola dirección: recibir, entonces ¡qué mal funciona!

Artículos relacionados

Suscríbete a nuestro canal de Telegram


Síguenos en

Arguments