Lo quiero

02/07/2021 | Por Arguments

Antonio Rojas

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catequesis

la chispa

">http://www.arguments.es/wp-content/uploads/lachispa/2021/07/LO-QUIERO-A.jpg"> Es más fácil reprimir el primer capricho que satisfacer a todos los que lo siguen. -Abraham Lincoln- Una mente madura tiene muy diáfana la línea imaginaria que distingue claramente entre «deseo» y «necesidad». Pero es bastante frecuente ?yo diría que cada día más? encontrarse con personas que confunden ambos conceptos. Un deseo es algo que «me gustaría» ver cumplido, pero que no necesito. Y una necesidad es algo sin lo cual, realmente, no puedo funcionar. Ese niño que desea chuches y su madre no se las compra, convierte su deseo en una necesidad inventada y, al no conseguir su capricho, estalla iracundo: ?Lo quiero, lo quiero y lo quiero. El egoísmo del niño lo lleva a exigir, mientras que una persona madura es aquella que ha aprendido que la madurez no está en exigir, sino en preferir, porque sabe que la vida ?y los demás? no están para satisfacer nuestras fantasiosas demandas que, además, no son imprescindibles para ser felices. Cuando somos vulnerables a nivel emocional ?a cualquier edad?, estamos llenos de exigencias que, si no se cumplen, nos llevan al enfado, la depresión o la ansiedad, enfrentándonos, asimismo, al resto del mundo que es el culpable de nuestra infelicidad. Los deseos sanos y equilibrados causan placer, y las necesidades inventadas producen inseguridad, insatisfacción, ansiedad y depresión. Y hay que estar muy vigilantes, porque parece que la naturaleza humana tiene tendencia a crear necesidades ficticias a partir de deseos legítimos. Por eso, para poder madurar como personas, tenemos que evitar esa tendencia, y mantener siempre a raya a esos deseos que nos arrastran a lo que no es necesario. Si los deseos no se cumplen, no pasa nada; no los necesitamos para sentirnos plenos, para disfrutar de nuestras posibilidades. Un filtro eficaz para no confundir los deseos con las necesidades es el amor al criterio que indica san Agustín: Ama y haz lo que quieras. Así, sí. Así tiene vigencia la argumentación del niño: lo quiero, lo quiero y lo quiero.

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