Llevarlo a arreglar

18/09/2015 | Por Arguments

Antonio Rojas

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la chispa

">http://www.arguments.es/wp-content/uploads/lachispa/2015/09/llevarlo-a-arreglar.jpg">llevarlo a arreglar «Cuando podía, no quise; ahora que querría no puedo». -Aníbal Barca, ANIBAL- Un niño, en la edad de los por qué, pregunta a su mamá: -Mamá, ¿y por qué el reloj suena cinco veces? -Porque son las cinco, hijo. -¿Y cuando suena ocho veces? -Es que son las ocho. -Y si suena trece veces, ¿qué hora es? -Entonces, responde la madre, es la hora de llevarlo a arreglar. He aquí una lección práctica y eficaz de educación: al primer fallo hay que poner remedio. Sería absurdo esperar a que el reloj diese dieciséis campanadas para llevarlo al relojero. Esperar a corregir el defecto, normalmente, es agrandar la dificultad. Cuanto más tardas en exponer al médico tu enfermedad, más difícil se hace curarla, dice un proverbio árabe. Educar a los hijos es como plantar y cuidar árboles. Según empiezan a torcerse hay que enderezarlos, pues cuando pasa el tiempo sin corregir sus conductas, suele ser casi imposible encauzarlas hacia el bien. Por el contrario, las buenas costumbres que se aprenden de pequeños, se acaban convirtiendo en hábitos y, posteriormente, en virtudes y valores humanos. Hay que aprovechar los primeros años de la vida del niño y no dejar pasar el tiempo o ir archivando los problemas. Es necesario hacer que los chicos vayan adquiriendo hábitos y actitudes personales y sociales desde pequeño. La carencia de hábitos y defensas provocará un deterioro personal del joven en el futuro. No hay que olvidar que muchas grandes desviaciones y aberraciones en la vida son consecuencias de no haber sabido corregir a tiempo las debilidades o de no haber marcado claramente las normas a seguir. Es fundamental tener normas de comportamiento, pero tan fundamental como establecer normas es controlar su cumplimiento y es ahí donde fallan muchos padres, muchos educadores, porque eso implica una larga y constante exigencia para los educandos y para los educadores. Muchas grandes equivocaciones en la vida tuvieron su origen en ligeros deslices. Un ejemplo clamoroso lo tenemos en los evangelios, donde Juan, 12,6, nos cuenta que Judas empezó robando lo que echaban en la bolsa y acabó vendiendo al Señor.          El saber popular lo tiene claro: Atajar al principio el mal, procura; si llega a echar raíz, tarde se cura. Normalmente no se cae de golpe, poco a poco nos vamos inclinando hacia el mal; por eso al primer chirrido, no hay que encogerse de hombros y esperar, no. El primer chirrido indica que es la hora de llevarlo a arreglar.  

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