Con orden y tiempo se encuentra el secreto
de hacerlo todo, y hacerlo bien.
-Pitágoras-
Aconsejaba Eurípides (480-406 a.C.) que cuando perseguimos una meta, no debemos dejar piedra alguna por mover. Veamos unos ejemplos.
Noah Webster (1758-1843) fue un lexicógrafo, editor, escritor político y de libros de texto estadounidense. Dedicó veinticinco años a compilar el primer diccionario de la lengua inglesa.
Para poder conseguir financiación para su expedición, Cristóbal Colón (1451(¿)-1506) no dejó piedra sin mover para convencer a los monarcas españoles Isabel y Fernando, de la viabilidad de su plan de navegar hacia el Oeste para llegar a las Indias. Su diligente búsqueda de una nueva ruta comercial hacia las Indias fue la causa del descubrimiento de tierras enteramente nuevas: las Américas.
Marie Curie (1867-1934) pasó toda su vida adulta dedicada a la investigación científica. Su diligencia en el laboratorio dio como fruto el descubrimiento del radio y el polonio. Inició los cimientos de la física nuclear y del estudio de la radioactividad. En su caso, cada piedra que movía se convertía en trampolín hacia el siguiente descubrimiento. Fue la primera persona a la que le fue concedido dos veces el premio Nobel.
El poeta extremeño Luis Chamizo (1894-1945) cuenta en El miajón de los castúos cómo el tinajero consiguió, a base de tenaz esfuerzo, hacer de un terreno baldío, que era la joya de los buitres, de los lobos y de los cuervos, un terreno fértil y frondoso. Así define Chamizo al tinajero:
No hay quien puea, se decían los pastores,
con el amo de la joya de los cuervos.
Los señores sabijondos,
labraores, mayorales y cabreros,
no contaron al prencipio del descuaje
con la juerte voluntá del tinajero.
Era sangre d’otras épocas su sangre;
sus agallas parecían d’otros tiempos;
era hijo d’estas tierras, de la raza
de castúos veteranos extremeños.
Y trunfó de los que tanto se burlaron,
y trunfó de los que tanto se riyeron,
y las cepas dieron uvas
remojás con el süor del tinajero.
La aplicación es clara: podemos ─y debemos─ ensanchar nuestra conciencia y nuestra perspectiva. Ensanchar nuestra propia persona haciendo más, dando más, acrecentando el pensamiento y las emociones. Hay una frase en el Nuevo Testamento que nos fortalece en nuestro esfuerzo: pues Dios no nos ha dado un espíritu de cobardía, sino de fortaleza, de amor y de templanza (2 Tim 1,7).
Hay que seguir el consejo de Eurípides y perseguir nuestros objetivos no dejando piedras sin mover, porque la historia, con innumerables ejemplos, nos demuestra continuamente que la constancia premia.