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Para muchos de nuestros contemporáneos las primeras palabras de la mañana son las de los periódicos, radios o televisiones y estas palabras, normalmente, están saturadas de horrores: guerras, delitos, robos, obscenidades, corrupción…Con este desagradable aperitivo nos tomamos el desayuno cada mañana.

Pero como la vida no es sólo eso (aunque también es eso), pensé en cómo distanciarme de semejante atmósfera fétida y malsana y disfrutar del aire limpio y cristalino que, durante 2 o 3 minutos, te dan «Las Chispas», pequeños oasis que nos posibilitan entrar  en las horas y los trabajos de la jornada con una dosis de aire limpio, que nos purifique el espíritu y fortalezca el interior para vivir una jornada serena y profunda que empuje a nuestra sociedad a la madurez humana.

La Chispa diaria es una propuesta de mejora para ser leída y meditada mientras desayunamos o nos desplazamos al lugar del trabajo. Se trata de abrir el día con ojos y actitud de optimismo y creatividad. O al contrario, al terminar el día, en el silencio que el velo de la noche envuelve al humano devenir, posibilitar la evaluación  y el programa. Las chispas, pues, pueden ser esas palabras con fondo que despiertan las mañanas o que pueden resonar al ponerse el sol, llevando consigo lo mismo el perfume del alba que el cálido colorido del atardecer. Yo diría que una Chispa es un abrir los ojos y, observando a nuestro alrededor, descubrir esa enseñanza estimulante que podemos sacar de cada situación cotidiana. Cualquier cosa, cualquier detalle, cualquier gesto normal puede ser el punto de partida de esa reflexión personal que nos lleve a descubrir una realidad plena de valores que, normalmente, no vemos porque nos los tapan las prisas o la normalidad de lo cotidiano.

No pretendo hacer un código teórico de perfeccionamiento; he buscado comportamientos de vida al alcance de cualquier bautizado, convencido de que la mejor forma de combatir la oscuridad es que cada uno encienda su cerilla. Veces habrá que tengamos que exigir, a los responsables sociales, soluciones generales; pero siempre podremos poner nuestro granito de arena convencidos de que, como decía Ángel Ayala, «yo soy el salvador del mundo». Y, así, arrimado el hombro, siempre nos quedará la satisfacción de haberlo intentado.

ar1 - El porqué de la Chispa

Antonio Rojas.

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