El Kaizen

04/01/2019 | Por Arguments

Antonio Rojas

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la chispa

">http://www.arguments.es/wp-content/uploads/lachispa/2019/01/El-kaizen-e1546595912749.jpg"> Un hombre no está acabado cuando cae, sino cuando deja de levantarse. -Ramón Ollé-  La palabra kaizen consta de dos partes: kai ?cambio? y zen ?beneficioso?, se refiere a cualquier cambio a mejor, ya sea grande o pequeño, puntual o continuo, de forma similar a la palabra «mejora» en español. Fue por los años cincuenta, durante la posguerra mundial, cuando los norteamericanos W. Edward Deming y Joseph M. Juran impartieron lecciones sobre métodos de trabajo a la industria civil japonesa. Es un proceso de mejora continua basado en acciones concretas, simples y poco onerosas, y que implica a todos los trabajadores de una empresa, desde los directivos hasta los trabajadores de base. Como implica un cambio de actitud en el trabajador y también en la empresa. Se logró una especie de simbiosis entre la tendencia innata a la superación de los japoneses y la inteligencia racional de los occidentales. Así nació el kaizen: la mejora continua. Una filosofía para mejorar cada día un poco más mediante un objetivo sencillo: no debe pasar ni un día sin que algo mejore en tu entorno personal, profesional y social. Aunque el nacimiento originario fue en la empresa para aumentar el control de la calidad de producción persiguiendo la excelencia, esta filosofía de mejora continua se puede aplicar a todos los ámbitos de nuestra vida, teniendo en cuenta su sentido práctico: no basta con desear lo mejor, es necesario actuar. El kaizen no es un refugio para evadirse de los problemas habituales, sino una técnica para aprender a desprenderse de un hábito perjudicial y sustituirlo por otro efectivo que mejore nuestras vidas. Con constancia y, poco a poco, podemos modelar nuestra manera de pensar reconduciéndola a objetivos constructivos alcanzables, logrando así elevar nuestra calidad de vida a base de pequeñas, pero eficaces, modificaciones. Las acciones pequeñas cuestan muy poco tiempo o dinero y resultan agradables, incluso para aquellos que no disponen de mucha fuerza de voluntad. Las acciones pequeñas son como triquiñuelas que engañan al cerebro para que piense: ¡Oye!, este cambio es tan minúsculo que no me costará. No corro ningún riesgo de fracasar ni de sufrir. Hay personas admirables a las que los años les han ido llenando la cabeza de canas y la cara de arrugas, pero su espíritu, inquieto y emprendedor, está terso y juvenil, porque han sabido practicar la mejora continua en la búsqueda de la excelencia, sin desanimarse por los fracasos, porque viven el cambio beneficioso: el kaizen.

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