¿Qué hace sobresaliente a un ser humano?
Propósito, inteligencia, determinación y pasión.
– Jorge González Moore-
Es miércoles de ceniza. Narciso Yepes está muy débil. Acaba de salir del hospital y apenas es capaz de dar unos pasos con las muletas.
Este día es muy querido por la familia Yepes Szumlakowska. Era tradicional que todos los años, toda la familia, fueran a recibir la ceniza en la frente.
Narciso y Marysia rezan juntos laudes. Al terminar, Marysia dice a Narciso:
−Me bajo a misa, ¿me dejas?
−Voy yo también −responde Narciso.
−Muy bien, ¡qué alegría ir juntos!
Y comenta Marysia: «No rechisto. Objetivamente es un disparate. ¿Pero qué es objetivo? ¿Acaso no lo es el deseo de ir a misa un miércoles de ceniza? Más disparate que dar un concierto con 40º de fiebre no lo hay; ya nada me sorprende en Narciso, lo sé capaz de morir tocando la guitarra. He aprendido a no contradecirle en ninguno de sus deseos, sino a ser la posibilidad de que él los realice, sea como sea».
Tener un ideal es tener un motivo para vivir. Ese ideal, es decir, verdad y belleza buscadas, es lo que califica a las personas, lo que determina su categoría, hasta el extremo de que podemos afirmar que nuestra marcha por la vida tiene el calor y el color de los principios que nos mueven.
El por qué y el para qué califican nuestros actos hasta tal punto que podríamos decir que no importa la vida, sino la razón por la que vivimos, nos movemos, luchamos.
El ideal ─independientemente de su categoría─, preside nuestras vidas, ya que toda acción nuestra está precedida por alguna idea. Nuestros actos son todos el producto de un determinado modo de pensar. Ignorar esto estanca muchas vidas o les impide vivir con plenitud y alegría. Es una ley psicológica y, por tratarse de una ley, su contenido se cumple aunque se ignore.
Consciente o no, la fuerza del ideal va labrando nuestras vidas porque inspira nuestros actos, ya que toda idea tiende al acto por ella representado y busca desarrollarlo.
¡Qué diferencia de actitud ─de ideal─ de Narciso y el baturro de la jota:
−No voy a misa porque estoy cojo;
pero voy a la bodega
poquito a poco.
Los detalles muestran nuestro mundo interior, un mundo hueco pronto a buscar excusas: estoy cojo, o un mundo vivo, firme y generoso: yo también voy.