
Ella no es ingenua ni tampoco inconsciente. María también sufre: unas veces la oscuridad y otras la limpidez de su fe. ¿Que será del Niño? Con torpes pasos, se acerca a la ventana. Parece que va a llover otra vez. Pero lo que ella mira es el cielo y ora…
En su tierna oración, que por supuesto también es hacia adentro, hacia sus entrañas, pide fuerzas a su Señor. Porque, aunque sea ejemplo de valentía, ha de luchar constantemente, y sonreír.
María guarda todas estas cosas, ponderándolas en su corazón.
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