[:es]"El perdón conlleva humildad, paciencia y un cambio del corazón", Mariano Crespo[:]

01/11/2020 | Por Arguments

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¿Quién es Mariano Crespo?

Mariano Crespo es profesor de filosofía en la Universidad de Navarra y autor del libro "El perdón: una investigación filosófica". Miriam Lafuente tiene ocasión de entrevistarle y conversar con él.

1. “Para perdonar hay que hacer lo posible para adoptar un cambio de corazón”. Perdonar cuesta, aunque te lo propongas. Perdonar es como un sentimiento que puede no aparecer. ¿Nos podría dar unas pautas para ayudarnos a aprender perdonar a los demás?

Perdonar un mal que alguien nos ha infligido intencionadamente implica, por un lado, un acto de la voluntad, un querer perdonar a nuestro ofensor y, por otro lado, un cambio en el modo de ver a éste. Esta nueva forma de ver a aquel que nos ha ofendido es, en gran medida, de naturaleza afectiva. Dicho de otro modo, perdonar a alguien significa “hacer” algo voluntariamente y, al mismo tiempo, ver al ofensor como una persona que, a pesar del mal infligido, tiene un valor que va más allá de lo que nos ha hecho. Esta nueva actitud es, por tanto, un “cambio del corazón”. Sin dejar de condenar y lamentar el mal infligido, somos capaces de ver al ofensor a una nueva luz. Esto no significa que se trate de algo fácil. En muchas ocasiones, por ejemplo, cuando el mal infligido es especialmente grave puede resultar especialmente difícil. Hay, pues, que proponerse perdonar y también hacer lo posible por adoptar un “cambio del corazón”.

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2. Pedir perdón también cuesta mucho. Dar nuestro brazo a torcer es costoso; el orgullo nos impide reconocer la falta cometida.

Pedir perdón por una ofensa a veces puede resultar especialmente difícil. Ello se debe, en gran medida, a que, si nuestra petición de perdón es sincera, implica un acto de humildad importante. Reconozco que he obrado mal y que he causado un daño a otra persona. Y eso no es nada fácil. Sin embargo, sin ese reconocimiento y sin el propósito de que no vuelva a suceder, esto es, sin arrepentimiento, la petición de perdón queda en el aire. “Humildad” viene de humus que, en latín, significa “suelo”. Pedir perdón es, pues, abajarse y ponerse así a disposición del ofendido pidiéndole que no nos identifique con nuestra ofensa.

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3. Perdonar al otro nos hace más libres. Si no perdonamos, nos llenamos de rencor y ese rencor nos impide llegar a la anhelada felicidad.

Ciertamente, perdonar al otro nos hace más libres. Algunos autores han señalado, incluso, que perdonar puede ser una “herramienta terapéutica” eficaz para recobrar la paz perdida. Si realmente fuera así, me parece que ello desvirtuaría el carácter de regalo del perdón. Perdonar, entonces, sería utilizar al ofensor como medio para volver a vivir en paz. Por el contrario, el perdonar auténtico supone apostar por la otra persona en su totalidad. No se puede negar que perdonar tiene un carácter liberador de sentimientos negativos. Sin embargo, se trata de algo que, aunque contamos con ello, pasa, por así decir, a un segundo plano.

4.  ¿Cual sería la virtud que podríamos ejercitar para estar más dispuestos a perdonar? Perdonar no se improvisa...

Efectivamente. Perdonar no es algo que se improvise. Requiere de un esfuerzo de nuestra voluntad y, como decía antes, de un cambio del corazón. Perdonar supone, a mi juicio, el cultivo de una actitud de paciencia consigo mismo y con los demás. También implica la renuncia a juzgar rápidamente. No quiero decir con ello que perdonar equivalga a pasar por el alto el mal que se nos ha infligido. Lo que quiero decir es que, para perdonar, he de llegar a distinguir entre la ofensa misma y la persona del ofensor. En la medida en que no hagamos esa distinción y encasillemos al ofensor en su ofensa, será imposible perdonar.

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5. ¿Por qué cuesta perdonar a las personas que queremos tanto?

Como decía antes, perdonar supone enfrentarse directamente con el mal infligido, rechazarlo, pero, al mismo tiempo, aceptar a la persona del ofensor. Este rechazo como esta aceptación no son incompatibles. Es más, la grandeza y el misterio del perdón consisten justamente en hacer compatibles estos dos elementos. Cuando alguien que queremos nos ofende, es especialmente difícil perdonarle. ¿Por qué? Si ya la ofensa tiene mucho de incomprensible (“¿por qué a mí?”), esa incomprensibilidad aumenta cuando esta procede de alguien cercano. Esto pone de manifiesto, por un lado, el misterio en torno al mal y, por otro lado, la lógica de la sobreabundancia que se muestra en el amor. Yo he sido tantas veces perdonado. ¿Cómo puedo negar mi perdón?

* También te puede interesar:

  • El sentido cristiano del perdón y cómo hacer una buena confesión:

https://www.arguments.es/comunicarlafe/como-hacer-una-buena-confesion-5-pasos-y-examen-de-conciencia/  

  • El perdón a través de los personajes del Evangelio: 

https://www.arguments.es/vocacion/2020/04/09/flagelador-el-mal-lleva-su-castigo-dentro-de-si-mismo-no-perdona-jesus-si/ https://www.arguments.es/vocacion/2020/04/05/simon-el-fariseo-esa-pecadora-fue-el-instrumento-divino-para-abrir-mi-herida-y-sanar-mi-dolor/ https://www.arguments.es/vocacion/2018/10/15/maria-magdalena-la-pecadora-que-mas-amo-a-jesus/

  • El testimonio de Maïti Girtanner: 

https://twitter.com/Arguments/status/1309428386272600064?s=20[:]

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