¿Hemos aprendido a llorar con los niños?

15/10/2019 | Por Arguments

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Reality, un thriller intenso, breve y bien construido

En el marco del centenario de la ONG Save the Children queremos hablarte de un corto de 20 minutos de duración, que remueve sensaciones, y desde ellas nuestras conciencias. Reality es un thriller intenso, breve y bien construido. Nos sitúa en una casa acomodada, de una familia rota y reconstruida; no importa por qué circunstancias. La hija pasa un momento complicado, la madre sufre junto a ella, el novio quiere ayudar y no sabe bien cómo. Su dolor nos traslada hacia otro dolor, igualmente real, aunque más apremiante. Hay niños que lloran por la guerra, porque están solos, o lo han perdido todo. Hay niños que huyen a campos de refugiados porque han perdido su hogar y su seguridad, o han visto la muerte demasiado cerca. Lo que para nosotros es un mal sueño, para ellos es dura, dolorosísima, realidad.

El corto traslada a una canción, que compuesta en el lejano 1967 y que se ha vuelto a grabar, acompañada de sus propios dibujos, medio siglo después, en 2017. También habla de niños que lloran y que no deberían. Padecen el miedo, la soledad, la oscuridad. Nos lleva al drama de los niños refugiados, de los niños soldado, de niños en medio de los conflictos entre sus padres. Niños a los que los adultos hemos arrebatado la infancia, por hacerles partícipes, y víctimas, de nuestros problemas, antes de tiempo.

¿Sabemos llorar con los niños?

Con más de medio siglo de distancia, quisiéramos pensar que hemos mejorado mucho. Pero parece que no. Me pregunto si hacemos lo suficiente. Si, tantas veces, nos consolamos con un pequeño donativo. Sin duda, el gesto es positivo. Solo que no es duradero. Me pregunto si sabemos llorar con los niños que lloran y sus familias. Como tantas veces nos ha recordado el Papa Francisco:

Si sabemos promover una cultura de la paz, y reclamar las soluciones de fondo a quienes pueden emprenderlas. Si sabemos acogerles cuando vienen heridos por la guerra, o huyendo del hambre, o cuando están solos. Me pregunto si pensamos lo suficiente en la clase de sociedad que queremos dejar a nuestros hijos. Junto al agradecimiento a quienes trabajan por abrir nuestros ojos y remover nuestras conciencias, quisiera que sepamos llorar de verdad y que aprendamos a construir.

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