Un espejo y una sonrisa

03/06/2022 | Por Arguments

Antonio Rojas

Arguments

catequesis

la chispa

">http://www.arguments.es/wp-content/uploads/lachispa/2022/06/Un-espejo-y-una-sonrisa.jpg">   La vida es como un espejo, tenemos mejores resultados cuando sonreímos. -Dr. Seuss-  Martín E.P. Seligman, autor del libro La auténtica felicidad, pionero de la psicología positiva, pone el foco en las fortalezas humanas, las que nos permiten aprender, disfrutar, ser alegres, generosos, solidarios y optimistas. El autor sostiene que la auténtica felicidad no solo es posible, sino que puede cultivarse identificando y utilizando muchas de las fortalezas y rasgos que ya poseemos. Un estudio de 180 monjas de Notre Dame, que duró cinco décadas, encontró que las monjas que escribían, en sus diarios personales, más palabras de felicidad y positivismo, vivían una media de diez años más que las negativas o neutrales. Más concretamente, el 90% de las monjas del grupo alegre seguía viviendo a los 85 años en contraste con el 34% de las mujeres del grupo poco alegre. La felicidad inunda al cerebro con dopamina y serotonina, químicos que son encargados no solo de hacernos sentir bien, sino que influyen sobre los centros de aprendizaje del cerebro, ayudándonos a aprender más y mejor. Seligman indica que la auténtica felicidad reside en que, al identificar lo mejor de nosotros mismos y desarrollar esos aspectos, podemos mejorar sensiblemente tanto nuestra vida como la de los que nos rodean. Narciso Irala, en su libro Control cerebral y emocional, dice que la felicidad es altruista, juega al escondite, se oculta cuando la buscamos con egoísmo; pero nos sale al encuentro cuando, sin mirarnos a nosotros, nos abrazamos con lo más noble: el deber, la virtud, el bien del prójimo, Dios. La pregunta del millón es ¿cómo ser felices con la que está cayendo? Sencillamente, poniendo los medios, recuperando la alegría. Vamos a probar un experimento muy fácil, sencillo y de eficacia contrastada. Nos ponemos delante de un espejo y sonreímos. Si, en ese momento, pensamos en algo desagradable, la sonrisa desaparece, el gesto de la cara cambia. ¿Por qué? Pues porque, cuando sonreímos, le estamos comunicando a nuestro cerebro que estamos contentos; por eso, obligándonos a sonreír sinceramente, estamos evitando pensar en negativo. Si lo repetimos y repetimos hasta convertirlo en hábito, empezaremos a interpretar las cosas desde un punto de vista más positivo. Comprobado: es cuestión de constancia. Haz como si…, sonríe al espejo, piensa en positivo (todo es para bien), utiliza la amabilidad como tu tarjeta de visita, canta bajo la lluvia y sabrás ver el sol hasta en las tormentas. Da el primer paso; es muy sencillo: un espejo y una sonrisa.

Artículos relacionados

Suscríbete a nuestro canal de Telegram


Síguenos en

Arguments