Maldecir la oscuridad

19/01/2018 | Por Arguments

Antonio Rojas

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la chispa

">http://www.arguments.es/wp-content/uploads/lachispa/2018/01/maldecir-la-oscuridad-1-e1516357097129.jpg"> Es mejor encender una vela que maldecir la oscuridad. -Lema de la American Christopher Society-  Aunque la oscuridad pura o total desde un punto de vista científico, dicen que no existe, en el día a día, la oscuridad es una de las cosas que más teme la mayoría de las personas, porque en ella se esconde lo desconocido, lo indefinible, el pánico a lo misterioso. Después de una pesadilla en plena noche, si nos despertamos en la oscuridad, tenemos dos opciones: una, permanecer en la cama, paralizados por el miedo, y limitarnos a maldecir nuestra situación; o podemos echar mano de una lámpara y encenderla, disipando, automáticamente, el miedo que nos atenaza. Así ocurre en nuestro diario devenir. Los problemas nos afectan de forma parecida a como lo hace la oscuridad. Cuando nos enfrentamos con situaciones problemáticas, tendemos a paralizarnos en vez de hacer algo constructivo al respecto. Seamos prácticos: ¿Sirve de algo maldecir la oscuridad? ¿Y maldecir la situación problemática? Nada cambia por despotricar impotentes. La oscuridad o el miedo siguen presentes del todo ajenos al hecho de que hayamos perdido los estribos. Pero cuando cambia nuestra percepción de la oscuridad o cuando reconocemos que existe un problema, entonces empezamos a hacer progresos, porque definir adecuadamente un problema es el primer paso eficiente para su solución. Nuestros problemas no desaparecerán hasta que nos esforcemos activamente por resolverlos. Incluso el más pequeño esfuerzo puede acercarnos a la solución del problema y contribuir a la solución de una situación difícil. La naturaleza espiritual de nuestra alma es justo lo contrario de la angustia o del miedo a esto o a aquello. Es creativa, es positiva y nos vislumbra destellos de conocimientos, sabiduría, poder, inspiración, energía constructiva y convencimiento de que «siempre hay una salida». Si taponamos estos recursos, tenemos el peligro de hundirnos en los abismos de la oscuridad y el miedo. Me gusta la frase del papa Francisco en Amoris laetitia: No caigamos en la trampa de desgastarnos en lamentos autodefensivos, en lugar de despertar una creatividad misionera (Cap. II, nº57). Está muy claro, maldecir la oscuridad no sirve de nada, no hace sino magnificar el problema y encoger nuestros propios recursos. Por eso, ante los problemas reales que la vida, de vez en cuando, nos presenta, la solución es encararlos, arremangarse y aplicar remedios; lo otro, lo de quejarse, despotricar y renegar de nuestra mala suerte, es tan inútil como maldecir la oscuridad.

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