9. No se trata de ti, aparca el ego

21/02/2012 | Por Arguments

10 principios

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Jack Valero

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Refraiming

Tú eres el medio, pero lo que importa es el mensaje:

Para una buena comunicación es esencial aparcar el ego. No es que el crítico no te valore o no te respete a ti, sino a lo que tú representas. Tu miedo, timidez y defensiva son los productos de tu ego que se queja. Piensa en Juan el Bautista, un comunicador sin miedo; la fuente de su fuerza fue saber que él era la puerta por la que tenía que pasar la gente para llegar a Jesucristo.

Ahora pasemos a zanjar la cuestión de si tu intervención va a ser fantástica o espantosa. Es inevitable sentirse un poco nervioso antes de hablar en público, la adrenalina ayuda a concentrarse. Pero un exceso de nervios suele tomarse como una señal de timidez. Recuerda que a la gente no le interesa lo que pienses, sino lo que tú pienses.

Sin embargo, el ego nos engaña y nos hace pensar que nosotros somos el centro de la atención, lo que nos hace temblar por los nervios o hincharnos de absurdo orgullo. Respira hondo para calmarte antes de empezar y haz una pausa antes de responder a la pregunta. Por supuesto, la mejor forma de apagar los nervios es prepararse bien.

Algunos consejos para aparcar el ego:

  • Rezar antes de entrar en un plató o de empezar un debate es vital: no solo para apagar los nervios y aparcar el ego, sino también para recordar para qué y para quién vas a hablar. Reza para que el Espíritu Santo esté contigo y hable a través de ti. Usa la oración de Catholic Voices al final del libro.
  • Si sale mal, ¡alégrate! El éxito no tiene casi nada que enseñarnos. Pídele a alguien de confianza que repase la intervención contigo para ver dónde te equivocaste y lo que puedes mejorar. Es una oportunidad para aprender, así que agradece la lección.
  • Y recuerda: es mucho menos importante de lo que crees y seguro que no lo hiciste tan mal como piensas.
  • Estás trabajando para Dios lo mejor que puedes y eso ya es suficiente, aunque no salga bien. El ego intentará persuadirnos de que somos el mejor orador del mundo o la criatura más desgraciada que jamás haya hablado por un micrófono. La verdad es que no somos ni lo uno ni lo otro, y por lo general somos bastante buenos, por lo que te puedes quedar tranquilo.

Este es el noveno principio para comunicar la fe en positivo.

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